Claudio iba abordo de su viejo pero leal Monza del '89 en compañía de su durmiente esposa y de la bóveda celeste del norte chileno a través de una carretera muy larga y apezar de que la luz lunar es muy humilde esta era suficiente como para dejar ver al menos que estaban atravesando un páramo desierto en plena noche y con mucho frío.
A pesar de ser un hombre jóvene Claudio sufría ya un principio de escoliosis la espada le molestaba mucho y encima llevaba ya varias horas manejando y como buen veterano al volante el sabía muy bien que por lo menos pasarían todavía unas 6 horas para conseguir un lugar con una posada mínimamente decente para hacer aquello que ya deseaba como loco desde hace mucho, descansar.
Era bien de noche pero como bien sabemos la naturaleza no conoce horarios así que cuando le dieron ganas Claudio simplemente se aparco a un costado de la carretera abrió la puerta del vehículo con cuidado para no despertar a su mujer, se estiró, escucho el ruido de sus propios zapatos en la arena se puso a un costado se bajó el cierre del pantalón y se alivió hay mismo.
Pero cuando el hombre estaba en la faena logro divisar allá a lo lejos por donde la luz de las estrellas dejan ver que la carretera se pierde de vista a la distancia que aparecen dos luces que rápidamente se van acercando a ellos cada vez más rápido, esos dos puntos luminosos cada vez se veían más nítidos.
Claudio se sube el ziper se acomoda va al auto cierra la puerta pone el motor en marcha e instintivamente decide manejar poniéndose lo más posible del lado derecho para que el vehículo que venía y que debía pasar del lado izquierdo no le fuera a chocar.
Pronto comprendió que esas dos luces pertenecían a una góndola de no menos de 18 ruedas y que venía desmadrado a toda velocidad y cuando fuera quien fuese el conductor de aquel gran vehículo se percató de que había un carro delante de el comenzó a tocar la bocina una otra y otra vez. Casi de manera desesperada.
Soledad la mujer de Claudio se despertó asustada casi al mismo tiempo que se levantaba aquella humareda después de que aquel camión pasaba de largo y dejaba al Monza del 89 detrás. Claudio se asustó la esposa inmediatamente lo interrogó preguntándole ¿que pasaba? que ¿que sucedía? Pero el hombre la tranquilizó y le dijo que todo estaba bien que volviera a dormir que no se preocupara que seguramente había estado borracho.
Soledad, la chica se calma y se vuelve a repatingar para dormir. Claudio mira las luces que se pierden a través del retrovisor del auto el camión que si se quiere ahora iba todavía más rápido yéndose directo al infierno a donde fuera que fuese. Y justo cuando el alarga el brazo para palmar el asiento de atrás buscando algún disco de Pink Floyd ve que hay otra cosa que se está acercando por la carretera...
Pero esta cosa no llevaba luces, esta cosa no rodaba, esta cosa se movía se desplazaba, esta cosa de hecho iba en cuatro patas. Era de color carne o por lo menos eso le pareció por la poca luz que tenía, el horizonte con ese vapor azulado que se pierde aya a lo lejos típico de la noche lo permita verlo. Era una cosa que se acercaba rápidamente, que iba a cuatro patas pero a pesar de que tenía toda la atención de Claudio lo miraba con un miedo que degeneraba lentamente en pánico.
Aquel hombre término por darse cuenta de que no era ningún animal que el conociera. Término por darse cuenta justo cuando el terror absoluto estaba por apoderarse de el que aquello no era como nada que el hubiera visto en toda su vida.
Y es que no había forma de racionalizarlo por que aquello era un hombre, un hombre que corría en sus cuatro extremidades como un animal. Un hombre que iba completamente desnudo y que tenía un lomo muy arqueado y muy feo...
Estaba apunto de echaré a gritar por que el iba manejando rápido y aquella cosa iba a su encuentro rápidamente cuando por fin llegó el momento y se cruzaron.
Claudio volteo su cabeza para verlo y aquella cosa giro su cabeza para verlo a el. Era un hombre, era un hombre indescriptible y si algún rasgo rescató Claudio presa de su miedo más profundo fue que tenía unos ojos muy profundos y muy rojos.
No pudo guardar las formas, no pudo conservar el orgullo Claudio huyó tras ver que aquella cosa se paraba y que se le quedaba viendo con cierto interés y curiosidad. Por que vio que aquella cosa por milagro no se echó a perseguirlo a el sino que siguió de largo hasta desaparecer en la oscuridad...
Pero el hombre siguió gimiendo, y volvió a despertar a su mujer quien por supuesto se asustó y le pregunto en repetidas ocasiones que había pasado, pero el jadeaba el no le podía explicar le estaba en shock y estaba manejando, apartaba las manos a su mujer de cuerpo diciendo:
— ya, ya, ya déjame, déjame, no puedo habla ahora y estaba, no puedo hablar ahora, no puedo, no puedo, no puedo...
Finalmente encontraron una estación de servicio y la mujer literalmente lo obligó a detenerse, Claudio no quería y entonces no pudo evitarlo y se echó a llorar y le explicó a su esposa lo que había visto. Ella trató de calmarlo. El hombre muy humilde de la estación de servicio también trató de calmarlo también, echaron combustible y finalmente manejando ella esta vez se fueron. Se quedaron en una posada y Claudio no pudo dormir.
No fue sino hasta recién llegada la tarde cuando se volvieron a subir al vehículo para emprender el viaje nuevamente encendieron la radio y pillaron justamente una noticia. Encontraron un camión enorme de 18 ruedas volcado en medio de la autopista, el vehículo había quedado hecho añicos, pero lo más impresionante de la noticia era que el cuerpo del conductor no había sido encontrado por ningún lado...
CreepyPasta escrita por Carlos R. Calderón.
Extraído de: Dross cuenta 3 historias de terror XVI.
Adaptación y ilustración Davinchi el wxp.
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Lalozzzza (jueves, 27 marzo 2014 14:38)
hey